Pero las reacciones no se han hecho esperar en un país cuyos hitos gastronómicos pasan por la salchicha, el codillo y el Schnitzel (filete de ternera empanado), y donde el ciudadano medio consume unos 60 kilos de productos cárnicos al año. Tras la propuesta inicial de Ostendorff, que han respaldado a título individual varios políticos de Los Verdes, el Partido Socialdemócrata (SPD) y la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller, Angela Merkel, el Gobierno alemán se ha limitado a destacar las dificultades prácticas de la medida y apuntar que hay otras fórmulas más efectivas para mejorar el bienestar de los animales para la producción cárnica, en sí un fin interesante.
El diputado socialdemócrata Rainer Spiering, especializado en política agraria, valoró la eliminación del impuesto reducido para la carne el Estado alemán y estimó que esto podría recaudar unos 5.000 millones de euros extra al año y financiar una mejora en las condiciones de las instalaciones agropecuarias intensivas.
El grupo ecologista Greenpeace celebró también la iniciativa por tratar de «poner fin a la reducción impositiva de los productos cárnicos y lácteos» y calculó, por su parte, que el cambio fiscal reduciría el consumo de carne en un 11% y elevaría los ingresos públicos en 3.600 millones de euros.
Al calor de esta propuesta han surgido otras. Thomas Schröder, presidente de la Federación Alemana para la Protección Animal, ha hablado directamente de establecer un «impuesto a la carne» de unos «pocos céntimos el kilo», equiparándolo al impuesto a las emisiones de CO2.
Las críticas han emergido a lo largo de todo el espectro político. El ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) ha denunciado que afectaría principalmente a los consumidores de menores ingresos. Los liberales del FDP temen por su parte que se dañe la competitividad del sector alemán frente al del resto de países europeos, un argumento que también han empleado los ganaderos. «No es el fisco sino el agro el que necesita medios y apoyo para la mejora de las instalaciones para animales», aseguró el secretario general de la Asociación Alemana de Ganaderos, Bernhard Krüsken.
El líder de Los Verdes, Robert Habeck, apostó en el diario Süddeutsche Zeitung por dejar de lado esta propuesta porque «no ayuda» y tratar a cambio de reformar el sistema impositivo en su conjunto desde un punto de vista medioambiental y social.
Fuente: RTVE Fecha: 8 Agosto 2019
Implicaciones para Costa Rica
El uso de impuestos para desincentivar el consumo de algún producto considerado nocivo para el ambiente o la salud, como lo es el caso mencionado en la alerta o el “sugar tax”, se ha convertido en una estrategia común en muchos países. Alemania lidera el esfuerzo por tasar el consumo de carne, lo cual podría incidir negativamente en las ventas de este producto y favorecer el consumo de alternativas basadas en plantas y otros sustitutos naturales. Lo anterior constituye una eventual oportunidad para la industria nacional que quiera desarrollar nuevos productos, los cuales están priorizando el uso de insumos naturalmente saludables como lo son las frutas, vegetales, granos, semillas, plantas o algas. Estos ingredientes tienen un alto potencial de aplicación masiva en la industria alimentaria, dado el alto contenido de proteínas y bajo impacto ambiental.
Es así como, el desarrollo de productos en esta línea constituye una oportunidad para innovar y utilizar diferentes insumos naturales para aumentar el valor agregado de la oferta del sector alimentario nacional. Lo anterior, aplica tanto para las empresas que tengan productos finales, así como, para la industria de insumos dada la mayor demanda por ingredientes naturales para la formulación de estos productos.
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