No hay una sola actividad económica que esté exenta de ofrecer o demandar un servicio. En un mundo cada vez más globalizado, y con exigencias y presiones mayores sobre los proveedores, los usuarios entienden que el servicio es un valor intrínseco a la hora de realizar sus compras; el impacto es tan alto, que las grandes empresas proveedoras de bienes, han dedicado gran parte de sus presupuestos operativos a ofrecer una atención post venta y cualquier otro beneficio intangible asociado al bien, incluso llegando a definir dentro de sus estratégicas comerciales la contratación de empresas que puedan proveer ese valor agregado a sus clientes.

En la otra acera, otras empresas han decidido eliminar de su operación interna algunas actividades y prefieren subcontratar con el fin de mantener el foco de atención en la razón de ser de la organización; así que, en algunos casos, departamentos enteros de seguridad, mantenimiento, contratación administrativa y hasta la gestión humana se convirtieron en una contratación externa.