
En las últimas décadas, las enfermedades zoonóticas (transferidas de animales a humanos), han ganado atención internacional. El ébola, la gripe aviar, la gripe por el virus H1N1, el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), la fiebre del Valle del Rift, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el virus del Nilo Occidental, el virus del Zika y el nuevo COVID-19 han causado pandemias o han amenazado con causarlas, y han dejado miles de muertes y grandes pérdidas económicas. De hecho, en 2016, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) alertó sobre sobre el aumento mundial de las epidemias zoonóticas. Específicamente, señaló que el 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son de origen animal, lo cual abre la discusión sobre la importancia de la investigación futura en el tema de las zoonosis virales emergentes.
En el contexto del COVID-19 específicamente, las autoridades sanitarias alrededor del mundo han dado prioridad y reducido la burocracia para la investigación y desarrollo (I+D) y posterior registro de soluciones relacionadas con la crisis y múltiples iniciativas han surgido con la intención de apoyar y financiar la creación e invención en esta materia. Por ejemplo, la FDA ha tomado una serie de medidas en esta línea como: