El nuevo impuesto, que se aplica a alimentos procesados con más de 275 calorías por cada 100 gramos de producto, no causó mella en las compras efectuadas por consumidores de altos ingresos.
El estudio no indicó si las familias redujeron su ingesta de calorías, si compraron alimentos más sanos o cambiaron a comida más barata vendida en la vía pública, factores importantes en México, un país afectado por altas tasas de obesidad.
El estudio lo efectuaron investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública de México y de la Universidad de North Carolina, campus Chapel Hill, que indicaron que estudios futuros “deberían explorar de qué manera están vinculados estos cambios en la calidad nutricional de la dieta en general”.
La nutrióloga Julieta Ponce, directora de nutrición en el Centro de Orientación Alimentaria, dijo que los hallazgos del estudio sólo abren la discusión sobre cómo sustituir las calorías sin valor nutritivo en la dieta de los mexicanos por comida de mejor calidad. Ponce señaló que el punto es cómo regresar a alimentos como las frutas y las verduras frescas en la dieta promedio del mexicano a una escala mayor.
Los detractores del impuesto a la comida rápida han dejado entrever que los mexicanos pobres, frente a las alzas de las frituras procesadas de las grandes compañías, quizá simplemente cambiaron a alimentos similares vendidos por comerciantes callejeros carentes de permisos.
Quienes defienden el impuesto dicen que esas prácticas, conocidas como “sustitución” de comida chatarra, podrían disminuir los avances en las reducciones inducidas por el cobro fiscal, aunque insisten en que no socavan la mejora.
“Lo de la sustitución va a ser una discusión, pero yo creo que ningún producto tiene la red de distribución que tienen estos productos (de marca)”, dijo Alejandro Calvillo, director del grupo El Poder del Consumidor. “Lo de la sustitución puede darse en algunos casos, pero no creo que sería significativo”, agregó.
Fuente: AmericaRetail Fecha: 07-julio-2016
Las exportaciones costarricenses a México alcanzaron en 2015 los US$245 millones, de las cuales un 62% correspondieron al sector alimentario, un 8% a productos de caucho y un 8% de metalmecánica. Entre los principales bienes de la industria alimentaria que se destinaron a este país se encuentran: aceite de palma, jarabes para bebidas gaseadas, chocolates, palmito preparado, purés y jugos de frutas y artículos de confitería y panadería fina.
Regulaciones e impuestos como los implementados en México son cada vez más común encontrarlos a nivel internacional como forma de incentivar una alimentación más sana en los consumidores, lo anterior sumado a la tendencia de una vida más sana y una dieta balanceada, tiene como efecto una reducción en las ventas de alimentos y comidas con alto contenido calórico.