El parlamento europeo ha votado esta semana en contra de aprobar las enmiendas 165, que proponía impedir el uso de las denominaciones de la carne y los elaborados cárnicos para la venta de alternativas vegetales a estos productos. Sin embargo, en la misma votación, ha decidido a favor de la aprobación de la enmienda 171, que limita el uso de términos como «tipo yogur» o «alternativas al queso», referidos a productos vegetales análogos a estas categorías. La decisión sobre la nomenclatura de las alternativas vegetales a los productos cárnicos contrasta con la línea marcada por las instituciones europeas en junio de 2017, cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea fallaba que las denominaciones «leche» y otras denominaciones de productos lácteos se debían reservar a productos de origen animal, y contrasta a su vez con el endurecimiento de las restricciones en la nomenclatura de las alternativas vegetales a los productos lácteos, que si ha ratificado.

Más allá de esta batalla por la nomenclatura de los productos, lo cierto es que el mercado de alternativas a los productos lácteos continúa creciendo en Europa, en paralelo a su penetración en los lineales lácteos del retail e impulsado por los cambios en los hábitos de compra de los consumidores europeos. Al cierre de 2019 esta categoría alcanzó una cuota de participación del 2,5% en el global del mercado lácteo, con un valor de mercado de 3.000 millones de euros, según los datos elaborados por el banco holandés ING. Esta cuota es más alta en el caso de las bebidas vegetales, que al cierre del pasado año presentaban una cuota de mercado del 10% sobre el total del mercado de leche. En este segmento, el España lidera la penetración de consumo a nivel europeo, al registrar una cuota de mercado del 16%, al igual que el mercado francés, Bélgica representa el 14% y el 12% corresponde a Portugal y Países Bajos, que en conjunto conforman el top 5 de mercados con mayor penetración de las bebidas vegetales.